21/1/07

JFK de Oliver Stone


Cuanto más se ve la película más se aclara la finalidad con que hizo:
El film sirve para lavar los trapos sucios de la política norteamericana, en este caso interna en el asunto del asesinato del presidente Kennedy, a saber, que la CIA y el FBI , los oídos y ojos del Estado, prepararon el complot para asesinarle, utilizando a grupos neonazis, a anticastristas, a la Mafia, que dirigieron la ejecución del presidente, reorientaron la investigación posterior del crimen, amañaron los juicios que siguieron e influyeron en la redacción del informe Warren con el que querían dar por zanjado el asunto. Quedan implicados los militares y el propio Johnson.



El contexto, según la película, era éste: La política a seguir antes de las elecciones de 1960 a la presidencia estaba dictada: invasión de Cuba, guerra del Vietnam, como puntos fuertes, pero Kennedy ganó las elecciones por los pelos y cambió los objetivos: ni guerra del Vietnam, ni invasión de Cuba (la invasión se hizó porque estaba preparada, pero Kennedy abandonó a los invasores y la CIA no se lo perdonó), además, cambió a dirigentes de la CIA, le "cortó las alas". Kennedy era peligroso para el sistema. La CIA preparó el complot. El asesinato de Kennedy fue un golpe de Estado. La CIA empleó contra el presidente los mismos métodos sucios que empleaba en el ambito internacional. Si, si..., esto se deduce de la película.
En el año 1991, veinteisiete años después del asesinato -los que vivieron aquello ya se van haciendo viejos-, se hizo la película (quizás la idea salió del propio Estado), para que el norteamericano medio tuviera la versión que el propio Estado norteamericano quería que tuviera. La película es un adoctrinamiento, es un montaje para sensibilizar al público y recolocarle donde debe estar.



Se pone en escena a un ex-agente, de los buenos, eticamente hablando, de la CIA (¡¡¡la propia CIA, lavando sus pecados!!!), que, cuidando que no le observen, le cuenta al empecinado abogado Costner todas las bajezas y suciedades de la Agencia (es una exposición de la ropa sucia), pero no dice su nombre, ni los nombres de los emplicados.

El ciudadano K. Costner, tozudo, empecinado, sigue adelante con su investigación (es, también, lo que el director del film pretende que quieran los expectadores, los ciudadanos americanos), con todos los obstáculos que le ponen, incluso, la propia CIA, hasta tiene problemas con sus hijos y su mujer, porque se dedica más a la investigación que a la familia:
-Te importan más los asuntos de Estado, que tu familia-, le dice su mujer.
-Si, porque busco un Estado donde nuestros hijos crezcan en libertad-, contesta él.
También tiene problemas en su propio equipo de investigación, dentro del que -¡¡¡Maldición!!!- había un agente de la CIA.
En fin, se logra, así, la identificación de los expectadores con el intrépido abogado. Sólo queda desentrañar a "los malos", buscar la verdad, lavar esos trapos sucios y limpiar los desagues y alcantarillas.

Es lo que ocurre. El abogado, en el juicio, echa un sermón patriótico, conteniendo lo que se pretende conseguir con la película: un acto de contrición, entonar el "mea culpa", manifestar que los buenos siempre ganan y que la nación norteamericana, a pesar de sus errores, es la nación más grande del mundo. La catarsis está hecha.

Evidentemente, la CIA y la política americana han seguido haciendo lo mismo, pero los americanos, de esta forma, van asumiendo sus errores del pasado y aquí no ha pasado nada. El objetivo se ha conseguido. A los norteamericanos les gusta mirarse el ombligo y lavarselo cuando tiene mierda.

No hay comentarios: