26/11/06

El perfume





Ayer vi esta pelicula y me gustó, solo a medias, la verdad.

Esperaba algo más, pero mejora el libro.

Enseguida se entra en ambiente. El mundillo de los barrios marginales de una ciudad en el siglo XVIII es exagerado voluntariamente: hacinamiento, suciedad, harapos...

En vez del perfume que imaginaríamos agradable, se nos ofrece el mal olor.

-Ea, ¡vaya forma de empezar una película para mí que me gusta ir bien aromatizado!- , podría pensar un expectador que no leyó el libro, ni un resumen o adelanto del film.

-¡Buaaafff!, ¡Qué pestuzo!.

Pues abien, yo creo que es un logro bien conseguido del director mostrar detenidamente cómo el mayor experto en perfumes de la Francia del siglo XVIII nació en un mercado maloliente de una vendedora de sardinas.

Los varapalos que le da la vida al recién nacido, potencialmente oledor, son semejantes a los de Oliver Twits o cualquier novela realista del siglo XIX. En esto no hay novedad.

Tambien agobia el contexto de damas ñoñas, perfumistas, alquimistas, incapaces de satisfacer los gustos aromáticos de las mujeres, frascos, potingues , alambiques...

En cambio, es original que se fabrique la esencia del perfume en un sucio y angosto subterráneo con evacuación de desperdicios al río Sena.

Otro fallo: resulta demasiado andarín el "narizudo", orientándose por los vapores, que le llegan a través del aire: Se recorre, oliendo, toda Francia por cerros, cuestas, valles, montañas..., casi descalzo. O tenía callos o eran trampa sus zaparillas agujereadas.

Tópico, igualmente, el ambiente "pitiminí" de las clases pudientes y consumidoras.

¿Y el barón de Montesquieu?, Fugaz su paso por la película. No tiene tiempo de manifestar su aguda inteligencia.

La parte más "negra", los crímenes del protagonista, están en la línea de los asesinos patológicos convencionales... Demasiado tontas las autoridades y, sobre todo, el "jefe de seguridad" ¡Vaya por Dios!. Las mujeres caen en manos del malvado asesino a toda velocidad y no se entera el pobre hombre. Sin embargo, el obispo está adecuadamente tratado: queda suave y dulcemente ridiculizado.

Imaginativa la escena colectiva de la plaza, atiborrada de curiosos alrededor del cadalso con verdugo disfrazado. Genial el delirio generalizado. Algo así como las pinturas de "El Bosco", primitivo flamenco del siglo XV.

El final es una estrategia: el film cierra el círculo, vuelve finalizando a donde empezó naciendo: el mercado maloliente.

En fin, demasiados gestos y narices del protagonista. El actor debió entrenarse asiduamente delante de un espejo.

El libro de Sunskind, algo pesado, se hace llvadero con la imagen.
















2 comentarios:

Anónimo dijo...

A mi el libro no me gusto nada, porque era muy largo y me daban ganas de pasar las paginas. Muy denso.

Nuris

Anónimo dijo...

Me encanat como te expresas, utilizas las palabras corr4ectas y mu finamente.

animo y espero que escribas más.