Hoy, Alemania ha entregado y donado a EEUU el primer mapa en el que aparece América.
Pero la historia del mapa es larga, vieja ...
En 1507, en Saint-Dié-des-Vosges, región de Lorena, Martín Waldseemüller, un cartógrafo con ganas de saber y divulgar noticias..., como todo buen renacentista y humanista, escribió una "Introductio Cosmographiae" para acompañar a un globo terráqueo y un mapa de 3,4 metros, que pacientemente había dibujado. En ese libro incluyó una traducción de "Quattor Americi Navigationes" (Los cuatro viajes de Américo), que, según algunos, había escrito el propio navegante Américo Vespucio y, según otros, había falsificado algún espabilado.
Pero, ¿quien era Américo Vespuccio?
Era hijo de un notario y comerciante de Florencia del círculo de los Médici, que creció entre letras de cambio, préstamos, contabilidad, contratos, usura, leyes, deudas, lujo ... Fue educado con la élite burguesa más moderna de Europa en La Academia de Florencia. Le enseñaron a Aristoteles, Platón, Virgilio, Dante, Petrarca, el griego, latín..., pero él se aficionó a la astronomia, la cosmografía, la geografía..., leyó a Ptolomeo, el fabuloso "Libro de las Maravillas" de Marco Polo, "Imago mundi" de Pedro D´Aylli y fue alumno de Toscanelli, coleccionista y elaborador de mapas, partidario de la redondez de la tierra, de ir a Oriente en línea recta por el Atlántico, que él calculaba tendría unas 3.000 millas.
A la muerte de su padre, decidió vivir por su cuenta y se trasladó a Sevilla como auditor y administrador de la agencia bancaria de los Médici. Sevilla bullía en actividad económica al compás de los descubrimientos por Africa y el Atlántico. Allí formó una sociedad con otro italiano, Berardi, para traficar con esclavos y fabricar material para equipar barcos.
En 1492 ambos eran subcontratistas en los preparativos del primer viaje de Colón. Por esta circunstancia Vespuccio y Colón se hicieron amigos.
Al morir su socio se convirtió dueño exclusivo del negocio. Era rico, tenía amplios conocimientos teóricos y prácticos de navegación y mantenía contactos con personajes importantes de los negocios y la política. Cuando Colón volvió del segundo viaje, Vespuccio fue a verle, conversaron y decidió hacer expediciones por su cuenta. Antes de 1499 ya había hecho dos viajes.
En 1499 entre ofertas y contraofertas el rey de Portugal, D. Manuel y el rey de España, Fernando "el Católico" compitieron por tener sus servicios. El tercer viaje lo realizó al servicio de Portugal. Se dice, que fue una maniobra de espionaje concertada con la corona española para obtener información de los conocimientos y planes de navegación de los portugueses. Cualquier cosa se podría esperar del astuto y maquiavélico Fernando, el "Católico".
Cumplido el acuerdo con el rey portugués, de nuevo se afincó en Sevilla, donde la monarquía española, agradeciéndole sus servicios y fidelidad, lo "naturalizó" como castellano y le concedió "gracias y mercedes". Algo de espionaje si debió haber. El resto de los viajes, hasta seis, los realizó desde Sevilla, bajo bandera española y con el patrocinio de la Corona. Tuvo varios hijos, algunos ilegítimos, varias mujeres, criados y esclavos y un jugoso patrimonio.
El rey Fernando tuvo con él varias reuniones para proyectar nuevos viajes, le invitó como experto cartógrafo a la Junta de Burgos de 1507 y le nombro "Piloto Mayor de España", encargándole organizar en la Casa de la Contratación la enseñanza de las "habilidades de navegación", cosmografía, pilotaje e investigar nuevos sistemas de elaboración de mapas. Por todo, la monarquía le pagaba 75.000 maravedís anuales. Murió en 1511, dejando toda una fortuna a su familia y "mucho prestigio e fama".
En cartas a su amigo Pierfrancesco contó sus viajes y experiencias como navegante, pero hay dudas de su autenticidad, pues parece que su amigo fabuló, aumentó y se inventó bastantes "hazañas" con tal de engrandecerle. Sin embargo, muchos contemporáneos, entre ellos el padre Las Casas, le desacreditaron con mucha inquina.
Al nuevo continente descubierto se le fue llamando "Las Indias", La gran tierra del sur", "Tierra de Brasil", "Nueva India", "Nuevo Mundo"....
Cuando a la imprenta de Saint-Dié-des-Vosges llegaron las publicaciones fabuladas de Vespuccio, quedaron impresionados. Las publicaron a modo de panfleto con el nombre de "Introducción a la Cosmografía" y en el mapa-mundi que elaboraró Martín Wadseemüller, sobre Europa, Asia y África, es decir, el "Viejo Mundo", pusieron un retrato de Ptolomeo, sobre las tierras recién descubiertas pusieron un retrato de Américo Vespuccio.
En el capitúlo IX del libro sugerieron que el continente descubierto debería llamarse "América" (en femenino por analogía a "Europa", "Asia", "África") en honor de Américo, el descubridor, como si fuere la tierrra de Américo.
De todo esto hicieron 1.000 copias, que fueron suficientes para hacer más famoso a Vespuccio.
Así, Vespuccio, que dió nombre a un continente, pasó, en cierto sentido, a ser más grande que Colón, que se tendría que conformar con el nombre de un país, cuya capital es Bogotá.
Desde hoy, aquel mapa, el original, una joya histórica, estará ya en EEUU.