27/10/07

Cuatro Torres Business Área (CTBA)


Madrid se lanza al cielo.

La posibilidad de unas Olimpiadas, que luego resultaron frustradas, excitó la imaginación de financieros, empresarios y arquitectos, buscando rentabilidad y fama. Una paranoia compulsiva les despertó de su sueño ilimitado, faraónico y se pusieron “manos a la obra”:

Los financieros empezaron a pensar en créditos blandos, en derivados de elevado grado de apalancamiento, en amplios márgenes aprovechando precios de mercado, en instrumentos de cobertura, optimización de recursos, rebajas de costes en transacciones, contratos, opciones, futuros, permutas... dinero, dinero, dinero.

Los empresarios se aprestaron a preparar cementeras, bombas de hormigonado, varitas de encofrado, flexibles grúas de montado rápido o modelos giratorios de torres con carro y pluma abatible, soportes flat-top, marca Liebherr, ladrillos satinados, hierros radiados, vidrio...

Los arquitectos idearon dibujos, bosquejos y modelos, preparando sus escalimétros, radiómetros, sofware autocad y algún compás olvidado, buscando utilidad y placer habitables...

Todos se han puesto de acuerdo para construir en un pentágono irregular dos moles de 250 metros y otras dos de 235 metros, iguales, a pares, para no “picarse” y no correr el riesgo de llegar a la estratosfera en segundo lugar.

Mientras tanto, el alcalde Gallardón, tan contento, emulando a Carlos III, dando permisos "a troche-moche" y preparándose para inaugurar y cortar cinta.

En esos bloques habrá hoteles con centenares de plazas, restaurantes de tres plantas, esperando que los clientes acudan a codazos, corriendo, a comer y dormir. También habrá jardines verticales, cubiertos en invierno y hasta un parque eólico. Un túnel kilométrico horodará el suelo conectado calles.

Será la “Cuatro Torres Business Area (CTBA). El área de AZCA quedará enana con su Torre-Picasso y la Torre de Madrid desde la Plaza de España tendrá que mirar para arriba si les quiere ver la azotea. Barcelona, por su parte, sentirá celos, aunque, orgullosa, podrá "enseñar" a Madrid su fálica Torre Agbar.

El futuro propietario o inquilino podrá airearse, utilizar prismáticos y observar telescópicamente las estrellas, con ventaja, sobre los demás madrileños. También tendrá vértigos y mareos más intensos y podrá suicidarse con un movimiento uniformemente más acelerado.

La ciencia, la técnica y el progreso pasan “a todo tren” por Madrid.

A punto de acabarse la obra, ¡Dios quiera que no se confundan las lenguas como ocurrió en la Torre de Babel, que no se acabó!

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