Suicidio de André Gorz
Con 84 años y con su mujer, Gorz se ha suicidado.
Nacido en Viena, hijo de judio y de católica antisemita, la guerra le llevó, huido, a Paris. Odió todo lo alemán y se negó a utilizar este idioma. No quiso tener identidad nacional y prefirió ser libre de elegir siempre. Más que valiente fue temerario.
Era ingeniero químico, pero nunca ejerció como tal. Se hizo periodista, participando en la fundación de "Tiempos Modernos", que dirigía Sartre y en la fundación de "Le Nouvel Observateur", que dirigía J. Daniel.
En los años ochenta acertó en su pronóstico: "el proletariado no será la clase redentora de la Humanidad", como decían los marxistas. Armó un inmenso revuelo, pero adelantó lo que todo el mundo acepta ahora. Lo decía en su libro "Adios al proletariado", que fue un best-seller, que muchos empezaron a leer por el título tan llamativo, pero que se aburrieron y no lo acabaron.
Era existencialista, se segó la hierba a si mismo y se puso obstáculos en su camino. Si, para él, la existencia humana no tenía sentido, es lógico que acabara como ha acabado: suicidándose.
Nacido en Viena, hijo de judio y de católica antisemita, la guerra le llevó, huido, a Paris. Odió todo lo alemán y se negó a utilizar este idioma. No quiso tener identidad nacional y prefirió ser libre de elegir siempre. Más que valiente fue temerario.
Era ingeniero químico, pero nunca ejerció como tal. Se hizo periodista, participando en la fundación de "Tiempos Modernos", que dirigía Sartre y en la fundación de "Le Nouvel Observateur", que dirigía J. Daniel.
En los años ochenta acertó en su pronóstico: "el proletariado no será la clase redentora de la Humanidad", como decían los marxistas. Armó un inmenso revuelo, pero adelantó lo que todo el mundo acepta ahora. Lo decía en su libro "Adios al proletariado", que fue un best-seller, que muchos empezaron a leer por el título tan llamativo, pero que se aburrieron y no lo acabaron.
Era existencialista, se segó la hierba a si mismo y se puso obstáculos en su camino. Si, para él, la existencia humana no tenía sentido, es lógico que acabara como ha acabado: suicidándose.