Jiménez Losantos
Ha vuelto a las ondas Federico Jiménez Losanntos después de varias semanas, en las que su suplente ha intentado sin éxito mantener la atención de los oyentes, leyendo lo que le escribían otros.
Se han animado las mañanas radiofónicas de nuevo.
Losantos, "Fedeguico", el "pequeño talibán", el del frenillo, el "vibora de la radio", dice ser liberal -ahí todo cabe-. Es liberal en plan liberalismo económico, a lo Adam Smith, menos liberalismo político y nada de liberalismo social. Ahí no admite otros puntos de vista, es totalitario, autoritario, rancio y carca.
Losantos es montaraz y, como las cabras, bastante alocado, cavernícola, estremaderechista y bastante irracional.
Se han animado las mañanas radiofónicas de nuevo.
Losantos, "Fedeguico", el "pequeño talibán", el del frenillo, el "vibora de la radio", dice ser liberal -ahí todo cabe-. Es liberal en plan liberalismo económico, a lo Adam Smith, menos liberalismo político y nada de liberalismo social. Ahí no admite otros puntos de vista, es totalitario, autoritario, rancio y carca.
Losantos es montaraz y, como las cabras, bastante alocado, cavernícola, estremaderechista y bastante irracional.
Es "vocero" de la COPE, aunque, parece ser, que no va a misa, ni es "meapilas", ni le gustan las sacristías, ni es practicante, pero se sube al púlpito de la radio por las mañanas y es el predicador de los obispos. La Conferencia Episcopal le utiliza para que diga y divulgue, lo que no se atreve a decir. Es la sempiterna hipocresía de la Iglesia, que atiza y esconde la mano. Es posible, con el tiempo, que para la COPE sea molesto y que no sepan como librarse de él.
Su fijación, entre otras muchas, es la "unidad de la patria". Ahí es visceral y el origen está en su pasado por Cataluña. En su juventud fue barcelonés, por domicilio, pero salió huyendo y trasquilado de la capital de "los polacos". Un tiro de los independentistas en su pierna le revolvió las tripas, que aún siguen inestables. Su pasado rojizo, maoista, evidente en sus publicaciones filosófico- estéticas, a raíz del incidente se descoloró. Aportó brillo en "Diwan", aunque la verdadera estrella fue Aberto Cardín, creativo, crítico, escritor, traductor...
No hace ningún favor al PP con su afán crispador. Crispa a los de la derecha auténtica, que les gusta escuchar sus contundencias irracionales, pero asusta a los de la derecha moderada y los espanta hacia la izquierda moderada. Por supuesto, la izquierda no le escucha.
Tampoco hace ningún favor al presidente pepero, Rajoy, cuando ataca con inquina a Gallardón, porque crea división en la dirección del partido sobre el liderazgo y dudas en los posibles votantes sobre quien debe ser el jefe de filas, mientras el alcalde de Madrid sale potenciado.
Es competitivo, agresivo e insultante con sus colegas. A quien se le acerca en audiencia, le fulmina. Está "picado" con Gabilondo, que le responde con serena calidad y con Del Olmo, ya un poco carcamal y jamelgo.
De todos los "medios" prefiere la radio, donde lo importante es la voz y la oreja, ya que en los "medios visuales" su estatura de pequeñajo sería un complejo insuperable.
Pequeño, pero matón, dominando desde su "cerro del Tremedal"
En la COPE organiza su tertulia de amiguetes, donde todos piensan los mismo, no hay debate, se entretienen autoadulándose y dándo palos a los que no piensen igual. Este es su liberalismo.
Pero falta lo mejor de Losantos: la chispa, la intuición, la gracia, la ironía, el apunte rápido, la filigrana, el regate en zig-zag. Losantos es como un malabarista de la expresión y en todo esto aventaja al resto de los locutores, que son auténticos muermos, dormitivos.
"El santero" le echa sal a las ondas. Apetece oirle, en la ducha, la cocina, los pasillos... tras el "santero" se sale al trabajo, como una liebre.
Del "santero" lo importante es la forma, el cómo lo dice, porque el fondo, lo que dice es discutible y personal. El fondo no importa. Tergiversa la realidad, eso si, con más descaro que otros.
Septiembre. ¡Albricias!. Ha vuelto Losantos a las ondas. Se anima el cotarro.
Su fijación, entre otras muchas, es la "unidad de la patria". Ahí es visceral y el origen está en su pasado por Cataluña. En su juventud fue barcelonés, por domicilio, pero salió huyendo y trasquilado de la capital de "los polacos". Un tiro de los independentistas en su pierna le revolvió las tripas, que aún siguen inestables. Su pasado rojizo, maoista, evidente en sus publicaciones filosófico- estéticas, a raíz del incidente se descoloró. Aportó brillo en "Diwan", aunque la verdadera estrella fue Aberto Cardín, creativo, crítico, escritor, traductor...
No hace ningún favor al PP con su afán crispador. Crispa a los de la derecha auténtica, que les gusta escuchar sus contundencias irracionales, pero asusta a los de la derecha moderada y los espanta hacia la izquierda moderada. Por supuesto, la izquierda no le escucha.
Tampoco hace ningún favor al presidente pepero, Rajoy, cuando ataca con inquina a Gallardón, porque crea división en la dirección del partido sobre el liderazgo y dudas en los posibles votantes sobre quien debe ser el jefe de filas, mientras el alcalde de Madrid sale potenciado.
Es competitivo, agresivo e insultante con sus colegas. A quien se le acerca en audiencia, le fulmina. Está "picado" con Gabilondo, que le responde con serena calidad y con Del Olmo, ya un poco carcamal y jamelgo.
De todos los "medios" prefiere la radio, donde lo importante es la voz y la oreja, ya que en los "medios visuales" su estatura de pequeñajo sería un complejo insuperable.
Pequeño, pero matón, dominando desde su "cerro del Tremedal"
En la COPE organiza su tertulia de amiguetes, donde todos piensan los mismo, no hay debate, se entretienen autoadulándose y dándo palos a los que no piensen igual. Este es su liberalismo.
Pero falta lo mejor de Losantos: la chispa, la intuición, la gracia, la ironía, el apunte rápido, la filigrana, el regate en zig-zag. Losantos es como un malabarista de la expresión y en todo esto aventaja al resto de los locutores, que son auténticos muermos, dormitivos.
"El santero" le echa sal a las ondas. Apetece oirle, en la ducha, la cocina, los pasillos... tras el "santero" se sale al trabajo, como una liebre.
Del "santero" lo importante es la forma, el cómo lo dice, porque el fondo, lo que dice es discutible y personal. El fondo no importa. Tergiversa la realidad, eso si, con más descaro que otros.
Septiembre. ¡Albricias!. Ha vuelto Losantos a las ondas. Se anima el cotarro.
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